“Cuando el vino se aprende entre amigos: mi admiración por Hijos de la Vid”

Cada vez que veo lo que hace el grupo Hijos de la Vid, se me enciende algo por dentro. Y no es solo porque sean de Zamora —que ya es motivo de orgullo—, sino porque representan exactamente esa forma sencilla, real y humana de vivir el vino que a mí me encanta compartir.

Yo, que llevo años intentando explicar que el vino no es complicado, que no hace falta un diccionario técnico ni un diploma para disfrutarlo, encuentro en ellos un ejemplo perfecto de que aprender puede ser tan natural como juntarte con amigos y dejarte llevar por la curiosidad. Y me encanta. De verdad que me encanta.

Este grupo de amigos ha convertido algo tan cotidiano como quedar un sábado o domingo en una experiencia cultural completa: visitas a bodegas, catas temáticas, escapadas enológicas, actividades culturales… siempre alrededor del vino, pero sin artificios, sin poses y sin ese miedo escénico que muchos sienten cuando se enfrentan por primera vez a una copa. Y lo mejor de todo es que, cuando terminan, lo comparten en su cuenta de Instagram @hijosdelavid, mostrándonos a todos que entender el vino es mucho más fácil de lo que parece.

Porque lo que hacen ellos no es solo disfrutar: es divulgar sin pretenderlo. Enseñan cómo se vive el vino desde dentro, cómo se conversa, cómo se ríe, cómo se aprende sin presión. Y yo, que trabajo para acercar este mundo a todas esas personas que creen que “esto del vino es demasiado técnico”, me admiro de ver cómo lo consiguen simplemente siendo ellos mismos.

Su forma de mostrar cada experiencia tiene algo que me parece clave: la naturalidad. No están ahí para demostrar que saben más que nadie, sino para compartir lo que sienten, lo que descubren y lo que les emociona. Y eso, en una época donde a veces confundimos divulgación con postureo, vale oro.

Además, su presencia en Instagram tiene un efecto que me parece precioso: normaliza el aprendizaje. Verles catar, preguntar, recorrer bodegas, reírse mientras prueban un vino que les sorprende… todo eso acerca el sector a quienes todavía dudan si “esto del vino” es para ellos. Y sí, lo es. Ellos lo demuestran.

Yo siempre digo que el vino no solo se analiza: se vive, se cuenta, se comparte. Y estos amigos de Zamora lo entienden tan bien que, sin proponérselo, están creando una pequeña comunidad que aprende a través de su mirada. Una mirada honesta, cercana y contagiosa.

En resumen, lo que hacen Hijos de la Vid aporta justo lo que el mundo del vino necesita: frescura, accesibilidad, autenticidad y ese recordatorio tan necesario de que el vino es cultura, pero también diversión. Que se puede aprender sin miedo y disfrutar sin complejos.

Y por eso quería dedicarles este espacio. Porque me inspiran, porque me recuerdan por qué me dedico a divulgar de forma sencilla, y porque cada vez que veo una de sus publicaciones pienso: “Así sí. Así se engancha a la gente al vino”.

Si no los conoces todavía, te invito a darte una vuelta por su perfil: @hijosdelavid.

Ya verás como tú también te contagias. 🍷✨