El vino no se hace solo. Detrás del brindis hay ciencia, terroir y una mente brillante. Brindá por quien transformó uva en emoción: el enólogo/a.
Cada 7 de setiembre, buena parte del mundo levanta la copa para homenajear a quienes lo hacen posible: los y las enólogos/as, esas criaturas de laboratorio y viñedo que huelen una uva y ya saben si es para un blanco joven o un tinto con crianza.
Hoy es el Día del Enólogo/a, esa figura que suele quedar fuera de las fotos de Instagram pero que es la verdadera autora intelectual de lo que tomamos. Quien decide si la uva espera un poco más. Quien huele el mosto y sabe si va a haber rock o drama. Quien está ahí cuando todavía no hay nada para brindar… pero todo para decidir.
En lugares como Argentina, Chile, México o Perú, el 7 de septiembre se rinde homenaje a quienes transforman uvas en identidad. En Uruguay, la fecha oficial es el 26 de octubre, y no es casual: responde a su propia historia, a una trayectoria profesional que se consolidó con fuerza desde la creación de la Asociación de Enólogos del Uruguay. Pero eso no impide sumarse hoy al brindis global, porque si algo tiene el vino, es que se celebra en capas, como sus aromas.
La persona enóloga no aparece cuando todo está listo. Al contrario. Llega cuando hay que tomar decisiones difíciles. Cuando la uva está “casi”. Cuando hay que elegir si esperar una semana más o vendimiar ahora. Cuando el tanque no se porta bien, cuando el análisis de laboratorio te frunce el ceño, cuando la fermentación arranca tímida y hay que actuar rápido.
Controlan temperaturas, deciden tipos de levaduras, calculan tiempos, prueban barricas, afinan acidez, evalúan si un vino está listo o si necesita meses de silencio. Hacen ciencia, sí. Pero también arte. Son las médicas del vino, las editoras del terroir, las alquimistas de lo invisible.
Y, para colmo, ahora también comunican. Porque el sector les exige que estén en ferias, en catas, en charlas, en entrevistas. Que tengan perfil técnico y carisma. Que expliquen en dos minutos por qué su vino es distinto… sin parecer demasiado científicas.
Por mucho tiempo, las mujeres enólogas fueron invisibles. O, peor aún, se las escuchaba después de catar. Hoy, muchas lideran bodegas, laboratorios, estilos. Algunas son discretas; otras, voceras poderosas. Todas tienen algo en común: trabajan con una precisión quirúrgica… y una paciencia que haría temblar a un sommelier con prisa.
Sí, los sommeliers brillan en las cenas. Dicen que sienten pétalos y bosque húmedo en una copa. Hablan con convicción. A veces parecen poetas, a veces DJs del vino. Pero las enólogas y enólogos son otra cosa: no buscan la metáfora, buscan el equilibrio. Y cuando alguien dice “esto está redondo”, es porque hubo alguien que midió, probó, corrigió, esperó. En silencio.
En Argentina, nombres como Susana Balbo y Laura Catena abrieron un camino que hoy transitan cientos de mujeres con botas puestas. En España, Paola Medina desafió lo establecido en el jerez. En Chile, Andrea León abraza la biodiversidad enológica. En Uruguay, pioneras como Estela De Frutos pusieron la ciencia al servicio del vino nacional, y nuevas generaciones siguen sus pasos en Canelones, Colonia, Rocha, Maldonado… y también en Montevideo, donde la ciudad respira más vino del que parece.
Pocas veces una etiqueta menciona a quien hizo el vino. Rara vez una visita enoturística incluye el nombre de quien decidió cuándo y cómo se fermentó. Las redes sociales se llenan de copas, barricas y atardeceres, pero no siempre muestran el trabajo que hay detrás.
¿Y si cambiamos eso?
¿Y si en vez de “vino joven con notas cítricas” decimos “hecho por Mariana, que se bancó tres semanas de lluvia esperando que la uva madurara bien”?
¿Y si sumamos a las cartas de restaurantes una breve historia sobre quién creó ese corte?
¿Y si, en vez de poner al enólogo/a solo en una fecha, lo integramos todo el año?
Ningún vino es casual. Cada copa que disfrutamos es la consecuencia de cientos de elecciones técnicas, climáticas, humanas. El Día del Enólogo/a no es solo un gesto: es un recordatorio de que el vino, para ser grande, necesita algo más que uvas buenas.
Necesita criterio. Necesita experiencia. Necesita olfato, pero del profundo. Y, sobre todo, necesita personas que se animen a decir: “todavía no”. O: “esto sí”. Personas que no siempre aparecen en la foto, pero sin las cuales no habría nada que celebrar.
Así que hoy, antes de elegir un vino, preguntate:
¿Quién lo hizo?
¿Quién lo pensó?
¿Quién lo sostuvo cuando todavía era solo un mosto soñando con ser algo más?
Y si podés, brindá por eso. Por ellas. Por ellos. Por quienes hacen del vino una creación que nos representa y nos conecta.
🎙️ ¿Y si en la próxima visita a una bodega, en lugar del clásico “vista al viñedo, cava, degustación”, te contaran la historia del enólogo/a?
📸 ¿Y si las cartas de vinos destacaran quién lo elaboró, más allá del varietal?
📚 ¿Y si enseñáramos en las escuelas técnicas que detrás del vino hay ciencia, pasión y oportunidades?
En WinesOf creemos que el enoturismo con rostro humano es clave para conectar territorio, experiencia y cultura.
El vino no nace en la góndola, ni en la etiqueta, ni en la cata. Nace mucho antes. Y quienes lo hacen posible merecen algo más que una mención ocasional.
🍇 Si sos bodega… visibilizá a quienes crean tu vino.
🍽️ Si tenés un restaurante… contá más que el maridaje: contá la historia.
🎓 Si sos guía, sommelier o comunicador… sumá voces técnicas, más allá del glamour.
✈️ Si buscás destinos con identidad… preguntá quién está detrás de cada vino.
🥂 Feliz Día del Enólogo/a.
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Andrés Varela
De 🇺🇾 | 🍷 Impulso la transformación digital en el mundo del vino | Co-Fundador y Director de WinesOf 🍷📲 | Startup 🚀 | Digitalización Enoturismo 🍇✈️ | Sommelier 🍷 | Cocinero 🔪 | DTI | Enoturismo MICE | Amante de la tecnología y del impacto positivo que puede tener en el mundo...