Valladolid: la provincia que late al ritmo de cinco Denominaciones de Origen

Valladolid: la provincia que late al ritmo de cinco Denominaciones de Origen

Si hay algo que me gusta compartir en esta comunidad es que el vino no es solo una bebida: es territorio, tradición, cultura… y en mi caso, también es origen.

Por eso hoy quiero hablar de algo que me toca especialmente de cerca: la provincia donde nací, Valladolid.

Y lo digo con orgullo: mi tierra es la provincia con más Denominaciones de Origen de vino de toda España. Cinco nada menos. Y no cinco cualquiera, sino algunas de las más importantes del país.

En un país con 67 Denominaciones de Origen, más otras figuras como los Vinos de Pago, las D.O.Ca. o los Vinos de Calidad, que una sola provincia concentre tanta riqueza vitivinícola dice mucho del carácter, el potencial y la historia que llevamos bajo los pies.

Hoy quiero llevarte conmigo, como si diéramos juntos un paseo entre viñas, para que entiendas qué hace tan especial a cada una de esas cinco D.O. que conviven en Valladolid y por qué han convertido a esta provincia en un referente del vino a nivel nacional e internacional.

Ribera del Duero: la fuerza que nace del río

Hablar de vino en España sin mencionar Ribera del Duero es prácticamente imposible.

Su D.O. vio la luz en 1982, impulsada por viticultores y bodegueros que creían firmemente en el potencial de la zona. Y vaya si tenían razón.

La Ribera vallisoletana agrupa 19 municipios y casi un centenar de bodegas, muchas de ellas auténticos templos del vino, y pueblos que su nombre es reconocido en medio mundo, en este paseo no podemos hace otra cosa que parar frente al castillo de Peñafiel, emblema del vino de Valladolid y orgullo de toda la provincia.

Las tierras que se agrupan bajo la demarcación D.O. Ribera del Duero se sitúan en la meseta norte y en la confluencia de cuatro provincias, Burgos, Segovia, Soria y Valladolid.

El río Duero es el eje que une a más de 100 pueblos extendidos a lo largo de una franja vitícola de unos 115 kilómetros de longitud y 35 de anchura. Marca el ritmo, el clima afila el carácter y la Tempranillo se convierte en la protagonista de unos vinos que han conquistado al mundo, y no se queda atrás el Albiño Real con más hectáreas plantada año tras año.

Caminar por esta zona es sentir cómo tradición e innovación conviven en perfecto equilibrio y un verdadero placer para los sentidos.

Rueda: la cuna de los grandes blancos españoles

Si Ribera es potencia, Rueda es frescura.

Y sin Rueda, este que suscribe no sería lo que hoy soy, nacido y criado en Mojados en plena denominación de origen.

Rueda fue la primera Denominación de Origen de Castilla y León, reconocida en 1980, y la casa de la uva Verdejo, una variedad que hoy es casi un símbolo nacional.

Esta D.O. engloba 72 municipios, la mayor parte de los cuales se encuentra en el sur de la provincia de Valladolid, 53 exactamente, donde se da además la mayor concentración de viñedos, concretamente en los municipios de La Seca, Rueda y Serrada; los 17 restantes se localizan al oeste de Segovia y dos al norte de Ávila. Son pueblos donde la viña es paisaje, sustento y forma de vida.

Aunque ahora también se elaboran tintos y rosados, los blancos de Rueda siguen siendo los grandes protagonistas: aromáticos, vibrantes, directos… de esos que siempre apetece compartir.

Cigales: el reino de los rosados con historia

Aunque su D.O. se creó en 1991, la historia vitícola de Cigales se remonta más de un milenio, se tiene constancia de que en 1888 se producían en la zona más de 15 millones de kilos de uva.

El territorio de la Denominación de Origen Cigales se extiende desde parte del término municipal de Valladolid (Pago “El Berrocal”), hasta el palentino de Dueñas, incluyendo además Cabezón de Pisuerga, Cigales, Corcos del Valle, Cubillas de Santa Marta, Fuensaldaña, Mucientes, Quintanilla de Trigueros, San Martín de Valvení, Trigueros del Valle y Valoria la Buena.

Esta zona ha sido tradicionalmente conocida por sus claretes y rosados, vinos que en los últimos años han dado un salto impresionante en calidad y personalidad, y actualmente tambien tienen una gran gama de vinos tintos, diferentes y llamativos.

Lo que más me gusta de Cigales es que representa muy bien el espíritu del vino castellano: humilde, auténtico y lleno de carácter.

Toro: potencia, identidad y tradición

Toro no es una D.O. cualquiera.

Es una de esas regiones donde el vino forma parte de la memoria colectiva desde hace siglos. Su Demarcación de Origen se consolidó en 1987, y hoy es conocida por sus tintos intensos, estructurados y llenos de vida, elaborados mayoritariamente con la uva Tinta de Toro.

La zona de producción de los vinos amparados por la D.O. Toro se localiza entre el sudeste de la provincia de Zamora y el oeste de la provincia de Valladolid; comprende parte de las comarcas naturales de Tierra del Vino, Valle del Guareña y Tierra de Toro, y linda con los páramos de Tierra del Pan y Tierra de Campos.

Son doce los municipios zamoranos, y tres los de Valladolid: Villafranca de Duero, que presenta además la singularidad de ser el único de España en el que convergen dos D.O., ya que Rueda da amparo también a varias de las bodegas que elaboran en él, San Román de Hornija y Pedrosa del Rey, con sus dos pedanías, Villaester de Arriba y Villaester de Abajo.

 Los vinos de Toro son pura fuerza, pero también pura historia, tanto del vino como el inmenso patrimonio artístico cultural que dispone la zona.

León: la frescura que sorprende

Quizá sea la menos conocida de las cinco, pero la D.O. León, que alcanza parte del norte de Valladolid, tiene algo especial.

Durante la época romana, el sur de León fue importante cruce de caminos de todos los viajeros que frecuentaban las dos grandes rutas que atraviesan la zona de producción de Tierra de León: la Ruta de la Plata y el Camino de Santiago. La zona llegó a abastecer de vino a prácticamente toda la zona norte de la Península.

Los orígenes de los vinos de León se pierden en los albores de la historia, aunque los primeros pasos para crear lo que llegaría a ser la D.O. León se dieron en los años 80 del pasado siglo, y culminaron en el año 2007. Actualmente son 34 las bodegas cuya calidad avala el Consejo Regulador de la Denominación de Origen. La D.O. León protege una comarca localizada al sur de la provincia de León, y que integra parte de la provincia de Valladolid abarcando una superficie de 3.317 kilómetros cuadrados.

En tierras vallisoletanas son 19 los municipios englobados en la D.O.: Becilla de Valderaduey, Bustillo de Chaves, Cabezón de Valderaduey, Castrobol, Castroponce, Cuenca de Campos, Mayorga, Melgar de Abajo, Melgar de Arriba, Monasterio de Vega, Quintanilla del Molar, Roales, Saelices de Mayorga, Santervás de Campos, La Unión de Campos, Valdunquillo, Villacid de Campos, Villagómez la Nueva y Villalba de la Loma. Y una bodega que elabora sus vinos bajo la demarcación protegida: Bodega y Viñedos de Meóriga, en Mayorga.

Sus vinos, especialmente los rosados y tintos de Prieto Picudo, están ganando cada vez más reconocimiento.

Esta zona me gusta porque demuestra que Castilla y León no solo es tierra de vinos potentes: también crea vinos frescos, elegantes y sorprendentemente actuales.

Valladolid: mucho más que sus cinco D.O.

Además de estas Denominaciones de Origen, en la provincia de Valladolid también se pueden encontrar una gran presencia y variedad de vinos con la indicación geográfica protegida (IGP) de la Tierra de Castilla y León. Tintos, rosados o blancos son producidos y embotellados en bodegas ubicadas en Castilla y León y en su elaboración emplean exclusivamente variedades autorizadas y recomendadas, procedentes de los municipios contemplados en la Orden que los regula.

Además, la Bodega Heredad de Urueña, de la localidad vallisoletana de Urueña, es la primera Denominación de Origen de Vino de Pago de Castilla y León (DOP), una vez que han culminado todos los trámites regionales, nacionales y europeos.

Porque si algo define a esta provincia es eso:

la capacidad de innovar sin perder la raíz, de crecer sin olvidar la tradición.

¿Por qué te cuento todo esto?

Porque a veces buscamos vinos fuera cuando, en realidad, tenemos auténticos tesoros mucho más cerca de lo que imaginamos. Y porque mi tierra no solo produce vino: lo vive, lo respira y lo comparte.

Me gusta pensar que cada vez que alguien descubre una de estas D.O., está descubriendo un pedacito de Valladolid. Y si este artículo sirve para que más personas conozcan lo que esconden estas cinco zonas vitivinícolas, ya habrá merecido la pena escribirlo.

Si te apetece, cuéntame en comentarios:

¿Cuál de estas cinco Denominaciones has probado? ¿Tienes alguna favorita?

🍷 Yo, desde luego, sigo disfrutándolas todas.

Salud y Buen Vino a Todos